miércoles, 17 de junio de 2020

Las epidemias y la “demiurgia de lo social” por Ram Mandil

No siempre es posible crear una distancia crítica frente a las epidemias, todavía más cuando estamos sometidos a su régimen. La fuerza de la urgencia con que se instalan y las medidas pragmáticas tomadas, reducen el tiempo para comprender los diversos aspectos que ellas movilizan. Lo cierto es que estamos distantes de las explicaciones para una epidemia tal como aquella que alcanzó a Londres en el año de 1665, magistralmente descrita por Daniel Defoe en Diario del año de la peste. Allí aún era posible detectar la tensión entre las explicaciones del orden médico y aquellas que veían la obra de una “mano invisible” –todavía no la “mano invisible” del mercado– pero sí la de un Dios implacable que habría enviado la peste.

Las epidemias como factor de la biopolítica
No se pueden abordar las epidemias sin considerar la lectura de Michel Foucault respecto de las relaciones entre ellas y la emergencia de la biopolítica. A través de las epidemias serán constituidos nuevos “dispositivos jurídico-legales”, un conjunto de reglas que definen el aislamiento, los entredichos y las exclusiones de aquellos alcanzados por la enfermedad, así como también las “técnicas disciplinarias”, que promueven el rastreo, la identificación y la vigilancia no solo de aquellos que hubieran sido afectados directamente por la dolencia sino también de los llamados “grupos de riesgo”. 
La biopolítica hizo irrumpir una nueva categoría, la de “población”. Jacques-Alain Miller observa que esta noción de población hay que entenderla como “un agregado de cuerpos nacientes, vivos, copulando, muriendo y eventualmente atacándose unos a los otros”, que desplaza la antigua categoría de “pueblo” que desde la Revolución Francesa funcionaba como un principio de soberanía. La emergencia de los grupos de riesgo y de sus consecuencias parece ir en la dirección de la rectificación que Giorgio Agamben propone para las tesis foucaultianas sobre la biopolítica. Si para Foucault la emergencia del biopoder es la instauración de un poder capaz de “hacer vivir y dejar morir” (distinto del antiguo poder del Estado territorial, que sería el de “hacer morir y dejar vivir”), para Agamben, con el biopoder se trata de “no más hacer morir, no más hacer vivir pero hacer sobrevivir”.
La noción de “grupos de riesgo” incide sobre la constitución misma de los lazos sociales contemporáneos. Por lo tanto las epidemias son, no solo un punto de apoyo fundamental para la consolidación de la noción de población, sino también para la definición del individuo como miembro de una población.

La demiurgia de lo social
Piere Rosanvallon, en su libro Le Peuple introuvable (El pueblo inubicable) de 1998, constata que en el mundo contemporáneo hay una turbación generalizada de las identidades sociales ya que la sociedad no ofrece más soportes estables sobre los cuales un individuo podrá construir su identidad.
La lectura que Miller hace de las tesis de Rosanvallon se focaliza en las consecuencias de la constatación de un vacío en el lugar antes ocupado por las categorías de pueblo, de sociedad, o de  Otro. Frente a este vacío, la tendencia es la de completarlo a través de la creación de nuevos semblantes, “nuevas imágenes protectoras y fiables”, que puedan surgir sea a través de una identificación positiva al gran todo social, sea a través de la promoción de nuevas identidades o de identificaciones particulares. En ese sentido, dirá Miller, se pone en marcha una verdadera “demiurgia de lo social”, cuyo objetivo sería la de construir la sociedad de modo directo: “La política no puede más representar la sociedad porque no hay nada más a ser representado. Por lo tanto ella debe construirla, crearla, en términos lacanianos: introducir significantes amos capaces de vertebrarla y tornarla legible” .
El aspecto demiúrgico de la política acaba por realizar un programa que no puede ser evitado:  “Toda política hoy, no pudiendo más ser descriptiva, es necesariamente productiva. No pudiendo más apoyarse sobre las identidades preexistentes, ella debe crearlas”. Concluirá Miller, “hacer política hoy es construir identidades, narrativas, un espacio de confianza, una historia, constituir el sentido,  lanzarse en un vasto emprendimiento de elucidación”.

Las enfermedades emergentes
En esta perspectiva hay que considerar la atención dada a las llamadas “enfermedades emergentes” que abarcan también al campo de la salud mental y que son caracterizadas por la Organización Mundial de la Salud como aquellas que aparecen por primera vez en una población, o aquellas que existían previamente pero que crecen rápidamente en incidencia.
Un ejemplo: las campañas de “combate” a la depresión que están en circulación revelan que sus objetivos no difieren de aquellos que son accionados por los organismos internacionales frente a las enfermedades infecciosas emergentes, a saber, la de “educar el gran público” de modo que él pueda reconocer y recurrir a los tratamientos disponibles para la depresión “cuanto antes”.
En ese sentido, es posible establecer una línea de continuidad entre la identificación de las llamadas “enfermedades emergentes” y la oferta de nuevos soportes para un individuo cuyos puntos de apoyo para su identidad se muestran cada vez más inestables.
Ejemplo significativo de los esfuerzos de recomposición de lo social a través de la oferta de nuevos  soportes de identificación, puede ser encontrado en los debates para la formulación de la quinta  versión del DSM.
Es una ingenuidad considerar este manual solo como producto de un esfuerzo científico de la comunidad psiquiátrica. Como señala Benedict Carey en su artículo en The New York Times, el DSM debe ser visto como una verdadera “institución cultural”. Es alrededor de él que se dan las disputas por reembolso de seguro y por subsidios de investigaciones, además de ser un soporte para la “identidad psicológica individual”, contribuyendo para la “auto-percepción” que un individuo tiene de sí mismo.
Por ejemplo: el no consenso entre los propios grupos de presión de los transexuales, que oscilan entre la retirada de esta categoría del cuadro de las patologías psiquiátricas, hasta los que prefieren incluirla como modo de asegurar un reconocimiento y los posibles reembolsos para los procedimientos para la mudanza de sexo. Resaltó la correlación entre las llamadas “enfermedades emergentes” y su aspecto potencialmente epidémico. No se trata sencillamente de reconocer la emergencia de nuevas patologías, sino también, de construir un sistema de vigilancia capaz de lograr la detección precoz de estas enfermedades.
La recreación de lo social implica también la recomposición de un “sujeto supuesto saber” capaz de reconocer precozmente los nuevos acontecimientos sanitarios que se manifiestan como un desvío de la norma. Los nuevos términos en circulación son los de “inteligencia en salud” o de biointeligencia”, construidos y acumulados en los bancos de datos de los organismos de vigilancia global. Esa “biointeligencia” también incluye una mirada atenta sobre las ventas en farmacias, sobre los servicios de ambulancias, sobre el ausentismo en el trabajo, etc.

La forma epidemia
La hipótesis que aquí presento es la de una correlación intrínseca entre las llamadas “enfermedades emergentes” y aquello que podríamos llamar la “forma epidémica” de su presentación.
El proyecto de “demiurgia de lo social” en circulación, además de ofertar nuevos soportes de identidad al sujeto –soportes estos que no se inscriben solo al nivel de la inscripción simbólica, sino que también se enraizan sobre la diversidad de las prácticas de goce– accionan la identificación en su dimensión colectiva. En “Psicología de las masas y análisis del yo” Freud ubica como una forma de la identificación, aquella que se realiza por “contagio psíquico”.
Se trata aquí de un efecto colectivo producido a partir del discurso histérico, de una identificación referida al deseo del Otro, de un afecto compartido que se propaga, al modo de un contagio, por la vía de los síntomas histéricos.
Vemos, por lo tanto, que un análisis de las epidemias que nos frecuentan en este inicio de siglo debe estar atenta a este gran proyecto, muchas veces no explicitado, de una demiurgia de lo social, para lo cual ellas visiblemente contribuyen.
Una contribución que se da al nivel de la oferta de nuevas identidades (al modo, por ejemplo, de las enfermedades emergentes), por la construcción de un nuevo sujeto supuesto saber (en los moldes de una “biointeligencia”) que suscita un traspaso masivo en relación a los sistemas de vigilancia con pretensiones totalizantes.
En ese sentido la “forma epidemia” es algo que, por la lógica freudiana de la identificación, contribuye para esta recreación de lo social a través de la propagación de los nuevos trazos identificatorios, que a veces reconocemos bajo la forma de los “nuevos síntomas”.
La clínica psicoanalítica nos informa, sin embargo, que hay algo en la relación del sujeto con sus significantes amos y con sus formas de gozar que no son pasibles de colectivización, que permanecen al nivel de una singularidad absoluta.
Acentuar esta dimensión singular del sujeto es algo que confluye con el deseo de Lacan por lo que respecta a la orientación del psicoanálisis. En su “Teoría de Turín”, J.-A, Miller se refiere a esta orientación en los siguientes términos: “El deseo de separar el sujeto de los significantes amos que lo colectivizan, de aislar su diferencia absoluta, de cernir la soledad subjetiva, y también el objeto plus-de-gozar que se sustenta de ese vacío y que a veces él encubre”.
Referirse a ese deseo de aislamiento de la diferencia absoluta introduce una paradoja para el propio psicoanálisis, por lo que respecta a su conformación en términos colectivos.
Esta paradoja, sin embargo, puede dejar a un psicoanalista en las más favorables condiciones para recoger y abrir vías singulares de salida al “todos contaminados” que nos invade en estos tiempos de las nuevas epidemias.

Traducción: María Victoria González
Versión reducida del texto original: Lucas Leserre

4 comentarios:

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  2. https://josepueyo.blogspot.com/2020/03/hoy-y-manana-de-la-primera-pandemia-de.html

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  3. Excelente artículo de Ram Mandil, si fuera posible les agradecería publiquen la bibliografia

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    1. Estimada Gabriela: el autor no facilito un listado bibliografico.

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